miércoles, 1 de septiembre de 2010

Tu voz.

Es difícil explicar lo que siento cuando hablas o mejor aún
lo que provocas cuando lanzas una palabra hasta que llega mí.
En ese momento la palabra parece oírse al instante
y sin que lo notes, tu boca de guitarra agita una cuerda
como si tocaras una melodía: vibración y aire.
Se produce un movimiento, las partículas del aire se alteran y
la cinética condensa la temperatura, para que todo se vuelva perfecto,
tu voz, tu mensaje comienza a viajar por aire, y te conviertes en
una onda, como una ola buscando orilla, viajas hacia mí. Te comprimes y
expandes en tu movimiento ondulatorio hasta llegar a mi oído.
Sin saber golpeas en mí y desencadenas el oleaje de un increíble proceso: estas entrando en mí. Vibras, atraviesas la ventana oval, hasta que finalmente precipitas los líquidos y deformas las células, hasta que inentendiblemente cierto te conviertes en un impulso y tocas mis nervios, mi corteza y finalmente te oigo.

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